El periodo de entreguerras fue tan caótico y revolucionario en el mundo de las artes, que se decía que cada movimiento artístico tenía la esperanza de vida de una semana. En esta insaciable cascada de ismos, muchos nombres quedaron enterrados en un cierto olvido, detrás de otros que lograron más fama. Germaine Dulac es una de estas artistas que tienen alguna cuenta pendiente: pionera del cine experimental francés, con una mirada feminista y queer —Henry Miller, admirador de su obra, la llamaba “una gran lesbiana”—, es una de las primeras cineastas surrealistas. De hecho, su filme La coquille et le clergyman, de 1928, es considerada la primera película surrealista, rodada antes de Un perro andaluz, de Luis Buñuel.
